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Además de los vehículos eléctricos, los de consumo de Hidrógeno se están presentando como una propuesta seria para enfrentar la sustitución de los motores de combustión de combustibles fósiles.
El sector automotriz experimenta una frenética revolución cuyo objetivo es conseguir fabricar los modelos más sofisticados de vehículos que logren funcionar con energía eléctrica para, de esta manera, responder a la demanda de una sociedad empecinada en dejar de utilizar a los hidrocarburos en los automóviles por considerar que han causado elevados niveles de contaminación en un periodo relativamente corto de tiempo, situación que ha contribuido al calentamiento del planeta.
Es así como las grandes compañías automotrices apuestan por la energía eléctrica como la alternativa más viable para solucionar los problemas de movilidad de la sociedad contemporánea. Sin embargo, existen otras opciones que —por consideradas costosas— no se han atrevido a desarrollar con el mismo esmero, es el caso de hidrógeno.
Mientras que en Europa y Norteamérica existen escasos proyectos de inversión en la generación de energía a través de este elemento químico, en Asia —específicamente en China— se están realizando importantes inversiones en la infraestructura necesaria para producir enormes cantidades de hidrógeno que podrían mover al mundo en los próximos 20 años.
En Guangzhou, capital de la provincia de Guangdong, al sur de China, se está desarrollando un sistema industrial de energía de hidrógeno sofisticado para reducir la dependencia en la energía fósil.
El interés por el hidrógeno radica en que, después del oxígeno y el carbono, es el tercer átomo más abundante, no contamina y además tiene un gran poder generador de energía. Sin embargo, el punto que genera controversia radica en que si se extrae de hidrocarburos produce grandes cantidades de gases de efecto invernadero.
Ahora bien, si se consigue mediante la electrólisis del agua (lo cual implica romper una molécula de agua con electricidad), con la ayuda de fuentes de energía renovable o incluso mediante una central nuclear, entonces puede generar energía verde.
De ahí en adelante el panorama luce todavía más alentador, pues el hidrógeno se puede almacenar a gran escala.
Inversión e infraestructura
Lamentablemente para explotar el potencial del hidrógeno se requiere inyectarle al proyecto miles de millones de dólares para desarrollar la infraestructura donde se pueda licuar a -253º para luego poder transportarlo a través de redes de distribución donde se tenga disponible para que los vehículos adecuados puedan llenar su tanque en el mismo periodo de tiempo que les lleva hacerlo en las gasolineras y sin la necesidad de esperar varios minutos más a que se recargue, como ya ocurre en las electrolineras.
Apostar por el hidrógeno pondría fin al dilema que representa el desecho de las baterías de los vehículos eléctricos.
Hasta el momento, Honda, Toyota y Hyundai son las compañías automotrices que silenciosamente desarrollan proyectos de investigación relacionados con el hidrógeno para impulsar a sus vehículos a la par de la alternativa eléctrica.
Al margen del interés del hidrógeno en el sector automotriz, en países como Alemania y Austria se está planteando como solución en la industria siderúrgica para descarbonizar a la producción de acero.
Llama la atención que la eventual disminución de los costos de la energía solar fotovoltaica y la eólica impulsará a los proyectos relacionados con la generación de hidrógeno.
La muestra palpable del empleo de este elemento químico en el transporte se observa en el tren de pasajeros de la empresa Coradia iLint que desde el 2018 entró en operación en Baja Sajonia, uno de los 16 estados federados de Alemania, y que en marzo de este año realizó con éxito pruebas de recorrido a 140 km/h entre las localidades de Groninga y Leeuwarden, en el norte de los Países Bajos.
Asimismo, desde hace dos años comenzaron a circular en Alemania y en Dinamarca los modelos Mirai fabricados por Toyota, los cuales también funcionan con hidrógeno.
Es claro que apenas se empiezan a escribir las primeras líneas de otra revolución energética encaminada a dejar en el pasado el uso de los combustibles fósiles, los cuales están condenados a extinguirse o bien a ser reemplazados antes de que eso ocurra.
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